sábado, 26 de octubre de 2013

Wind.

No esque no quiera cerrar los ojos. Supongo que es tan sólo que me da miedo abrirlos a mi mente.

Hace que no me paseo por ella.Y está llena de recodos sin sentido, de pilas a medio ordenar donde el orden alfabético de las palabras olvidadas es más certero que aquel que marcan los segmentos unidos de dos letras.

Será que me vuelvo a mi misma a cada instante y que aunque esté en este país, mi mirada no tiene un rumbo puesto, o nada que se le parezca. Será que aún, muy de cuando en cuando, me da frío por las noches al dormir sin la manta de tus lunares sobre mis hombros.

Qué irónico.

La de tipos de silencios que hay en el mundo, y me toca a mi este incómodo. Quizás vaticine una tormenta, no lo sé.

Por ahora, lo único que tengo cierto es que se aproxima un huracán a los alrededores de Swindon. No voy a ser egoísta. Diré que ojalá se lleve todo aquello que falta en mi mente, para poder así ordenar lo que verdaderamente siempre ha tenido que estar en ella.

Y la rutina...

Supongo que me encargaré de ella en otro momento.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Not so... naive.

Ganas locas de comerme el mundo, junto a esta sensación desconocida de querer atarme a algo que me haga descubrir que la gravedad se basa en algo más que en sentirte unida a un pedazo de suelo.

No voy a decir que el tiempo que pasa o aquel que deja de pasar no me preocupe.Porque quizás estoy más absorta en mis pensamientos que de costumbre, pero a veces, me viene un retazo de eso que llaman minutos, y me da por autoconvencerme de que es solo una idea idealizada de lo que voy a llegar a ser mañana.

El frío de este país me trajo recuerdos con olor a cierto perfume. Una realidad frustrada, supongo, como tantas otras. Pero la lluvia misteriosa que no te cala los huesos, me hace pensar que quizás haya aún salvación para esta mi mente ingenua.

Y lo más curioso esque aún sigo escuchando las mismas canciones. Porque quizás me de miedo de encontrar alguna otra que me describa más, y olvidarme después de su nombre para quedarme atascada en la pegadiza melodia una y otra vez, hasta que mis labios se acostumbren a tararearla.

Curioso.

Los cambios de color, de tonalidades. Pasar del azul al verde musgo, justo como había descrito en  mi cabeza tantas veces, y perder cualquier oportunidad posible en una sola noche. Como si el hecho de quedarme a medias hubiese hecho que aún pudiese tener alguna.

La verdad es que no busco mucho hoy en día de la mañana que me espera al abrir los ojos. Tan sólo me basta con sentir ese cosquilleo de ilusión por lo que me depara el día cada vez que en mi mente se intenten arremolinar ideas que me lleven a otro continente. O peor aún, a tiempos pasados.