sábado, 30 de noviembre de 2013

Every end has an end.

Ni un adiós.

Fue silencioso. Como la gota de agua que acaba por derramar levemente el vaso. Como el desaparecer de una estrella o el leve chispazo al consumirse una cerilla. Así. Sin vuelta de página.

No sé si me gusta esta sensación. No sé si me gusta este hecho de pasar página. Y al contrario de lo que pueda pensar, no duele.Simplemente está ahí. Es un hecho. Era irremediable. Era. Simplemente.

Como si pudiese pasar mi mano por antiguas cicatrices. Siguen ahí, sí. Pero... tan sólo para recordarme que no hay nada más en común con ese tiempo en el que nos regalábamos los minutos. Y ya ni siquiera me acuerdo de su voz. Ni de su olor... y casi he olvidado el tono exacto del azul de sus ojos.

Hoy es el primer día del resto de nuestras vidas como extraños.

Que curioso.

Quién nos iba a decir hace un año que pasaríamos de rompernos los labios a mordiscos a mordernos los labios en silencio.


See you later alligator.




martes, 12 de noviembre de 2013

Estrella fugaz.

Se ha posado en mi ventana como si hubiese estado esperando ahí tan sólo para mi doscientos años. No sé si alguien más la habrá visto morir. Pero con ella nacen mis deseos e irrealidades de nuevo.

Esa ilusa ingenuidad que, estoy empezando a creer, es el motor que mueve mis sentidos, mi corazón, y -porqué no-mi cabeza.

Arrojé en ella cualquier pensamiento efímero lleno de deseos e ilusiones. Cómo si por el hecho de cruzarse en mis pupilas 3 milésimas de segundo ya tuviese la capacidad de cumplirlos todos. Pero ya me conocéis... Me muevo en lo imposible y se me suele poner una sonrisa en los labios a medida que esa imposibilidad se va haciendo cada vez menos tangible.

Pues eso le pedí.

Lo de siempre.

Lo que no tengo. Lo que no conozco.Lo que equivoco. Lo que se hace vacío cuando inspiro profundo y se vuelve a vislumbrar cuando vuelve a mi esta lucidez pasajera.

Me pregunto si lo efímero de su luz será tan sólo fruto de mi imaginación, como tantas cosas en los últimos dos años, o se habrá calcado en mi pupila el rastro de incandescencia que ha dejado tras de sí.

Digamos que me he vuelto a precipitar con la visión de una ilusión. Con el olor a canela y a chocolate blanco. Con la idea de un otro alguien que me sonroje con una mirada y recomponga mis carcajadas a base de sonrisas.

Y de nuevo, hace frío y está oscuro ahí fuera.