Las sombras de la ciudad insomne me sirven tan solo para hacerme sentir más en un sueño. Los borrones de las farolas que pasan a mi lado no son más que luces que iluminan una realidad que no es mi realidad; No ya, no ahora, no nunca más.
Te siento cerca, no a más de 50 centímetros, estas tan concentrado que pienso que te distraería un leve suspiro que saliese de entre mis labios, y por eso, lo guardo en mi cajón de "Sentimientos para regalar", para dartelo cuando la soledad de la noche no sea más que nuestra compañera, porque créeme, lo será.
Y sin embargo bromeas, sin apartar tu mirada de nuestro camino. Hoy no avanzas como un rayo, quizás porque no tienes prisa, porque vas cauteloso con tu nuevo juguete, o quizás porque no te has fijado que alargando el tiempo me haces la persona más feliz del universo.
Levantas la mirada en ocasiones, buscandome quizás entre los reflejos del cristal, y regalandome alguna media sonrisa... Una de esas que guardo en la caja de "momentos regalados", para contemplarla más tarde, cuando haya vuelto a mi realidad.
En el tiempo que tardo en despertar, voy soñando pertenecer a tu sueño, ser tu dulce pesadilla, y me sorprendo pensando que quizás no encajasemos tan mal,quizás todo se base en dejarse llevar.
Tan sólo la musicalidad de tus palabras me hacen salir de mi ensimismamiento en tí, y me sorprendo contestando con el mismo tono vacío, infantil y a la vez tan lleno de significado mientras gesticulo con mis manos intentando alargar cada roce, aparentemente azaroso, de estas con tu piel. Porque se sienten extrañas sin tu tacto en ellas.
Y el mundo para. Nuestro pequeño mundo se detiene, y sé que tengo que alejarme de él, al menos hasta que nuestras órbitas vuelvan a alinearse en la enésima casa solar.
Y nuestra distancia se acorta, pasa de 50 a 10, hasta quedarse en un cero.
Oigo tu respiración cerca, siento tu piel suave y creo cerrar los ojos antes de volver a mi mundo, mientras, me llevo en mi pelo tu inconfundible aroma, y el cosquilleo sobre buena parte de mis labios, y mi mejilla.
No quiero abandonar tu universo aún, y no parece que tu quieras que lo abandone. Pero el sonido fuerte del minutero nos devuelve a la cruel realidad.
Fuera hace frío y las mariposas de mi estómago no me dejaran dormir esta noche.
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¿Por un beso...?
Yo no sé lo que te diera por un beso.