viernes, 23 de septiembre de 2011

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Dos entradas en un día. Debo de estar en racha.

En racha mala, por supuesto...

Llevo dos días con pesadillas. Despertándome sobresaltada. Ahogándome mientras grito en sueños.
Hace semanas que no sueño, simplemente hay nada en mi cabeza cuando cierro los ojos.

Vacío. Oscuridad. Aire. soledad. Nada.


Pero lo que más miedo me da es que esa nada, se transforma en realidad al despertar.

Dos semanas más y empiezo la agobiante rutina. Entonces todo irá mejor


Miento.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Missing U

Cuando desaparece la niebla, tras la tormenta, las gotas de lluvia asientan cualquier mota de polvo que haya podido quedar elevada por la brisa, y entonces la inmensidad del mundo, me hace pequeña.

Es necesario pensar con palabras a veces, y hablar de emociones que no nos pertenecen del todo.O que nos pertenecieron a medias.Aunque nos duela pensar en ellas como un recuerdo bonito.

Yo te echo de menos. Pero no de la manera que se echan de menos dos amantes. No echo de menos el besar tus labios, ni el tocar tus manos ni ocupar tu mente todo el día.

Echo de menos el ponerte caras mientras los demás hablan. Echo de menos el sonreirte sin motivos. Tenerte a tres centímetros de mi y pensar que aún estás demasiado lejos para oír lo que estoy pensando y que aún así me sorprendas con las palabras que me gustaría decirte.

Me sobran silencios y me faltan tarareos en mi cabeza.

Solía pensar que saltar al vacío no sería una locura siempre que tu estuvieses cerca, para brindarme tu mano de paracaidas cuando lo necesitase. Ahora te tengo a 3 minutos de mis dedos pero ninguno de los dos acerca su mano. Y yo me veo caer lentamente hacia la nada.

Yo sé que he nacido para quererte.Quererte, que no es lo mismo que amarte.

Quiero quererte cuando me llames sin motivo tan sólo para hablar. Cuándo te acuerdes de mi al escuchar una canción. Cuándo me cuentes lo que pasa por tu mente preocupándote, y también quiero quererte cuándo tu ames a otra. Sobretodo ahí.


El destino puede ser caprichoso y yo egoísta.De hecho, ambos hicimos un pacto que yo creí que podía ganar, pero olvidé que él ya tiene trazado mi camino.

Él me enseñó a ganarte unas horas para luego perderte para siempre.

jueves, 8 de septiembre de 2011

...Como el mundo se apaga.

No sé si conoces esa sensación.

A veces te aprieta tanto que sientes que te va a asfixiar. Que el mundo a tu alrededor se mueve demasiado deprisa y tu sigues asentada en el mismo lugar y a la misma hora.A veces sientes entumecerse tus piernas de andar a contracorriente en un mar de miradas que no guardan nada que decirte.

No sé si sientes esa sensación.

Puede partirte en dos si te dejas inundar por ella. Tiene recovecos vacíos que quizás llenes con ilusiones. Ninguna llegará a ocuparlos del todo.Por mucho que te empeñes en ponerle nombres a cada una de ellas se esfumarán tarde o temprano, y te dejarán la sensación de que te sobra mundo por ver.


No sé si recuerdas esa sensación.

El mirar por la ventana como dejan las gotas de lluvia un cerco en el cristal, y ensimismarte con ellas hasta acabar su recorrido con la mirada. Buscando el punto exacto en el que empezaste a dejar de mirar para empezar a pensar.


No sé si tendrás esa sensación.

De sentir que estás en un circulo en el que el centro se repite una y otra vez y no puedes hacer nada para salir de esa espiral que te atrapa lentamente.

Y después respirar hondo para afrontar eso a lo que todos llaman vida.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Canción de Adiós.


A él solía gustarle la manera en la que ella echaba a correr hacia el mar hasta alcanzar la orilla. Ella no dejaba que sus dedos se mojaran y miraba al infinito mar como si tuviese algo que gritarle.

Pasaban las tardes en continuo silencio. La arena almacenaba sus pisadas como tesoros hasta que el agua borraba cualquier rastro de que hubiesen estado allí.

Tardaron años en encontrarse de nuevo. Las miradas se volvieron cansadas y en ellas habían mil cosas que contar y algún que otro perdón por decir. Pero nunca llegaron a dejarlos escapar.

A él le gustaba ver como ella se vestía después de hacer el amor. A ella le gustaba que él le quitase la ropa despacio y almacenase en su mente cada uno de sus lunares "-Para que nunca me olvides"- solían decir los dos.


Después el frío se llevo sus abrazos. Los recuerdos se olvidaron y entraron en juego otros nombres.

Él no veía en ella más que una niña que jugaba con el mar a grabar su futuro con los pies sobre la arena y a ponerse alas que nunca llegaron a crecer del todo. A ella se le hicieron invierno sus ojos de otoño y olvido buscarlo de cuando en cuándo tan sólo para buscarse a ella misma.


Y ambos confundieron sus voces con otras extrañas. Aprendieron a odiarse como sabían amarse.

Se equivocaron de parada algunos meses antes de que la verdadera estación llegase a sus vidas.

Y ninguno de los dos volvió atrás su cabeza para ver si aún seguían sus pasos sobre la arena.