jueves, 24 de enero de 2013

fábula de la estrella.

La media noche había entrado hacía ya un par de horas.Incapaz de dejar su cabeza en standby, ella  imaginó en silencio las notas de aquella vieja melodía. Acabó sumergida en el sueño mucho antes de que el adaggio inundase de silencios su mente y cuando creyó acabar la pieza, el color se había vuelto blanco y negro. No por ello sintió la chica ensombrecida su visión.

Más bien al contrario.

Pocas veces las imágenes habían sido tan reales como aquella vez, y la respiración de la chica se acomodó a los pasos de su "yo" dormido.

El cielo no era más la linea divisoria en un horizonte que se le antojaba conocido, y sin saber porqué avanzó  movida por el sentimiento de una corazonada. Persiguió la claridad de una estrella, descalza, para sentir bajo las plantas de sus pies cualquiera altibajo que hubiese en aquel camino imaginario. Acabó con los pies magullados y a medida que avanzaba, el leve descanso de dolor que le proporcionaba el césped bajo sus dedos, se fue sustituyendo cada vez más frecuentemente por pedregal inhóspito y tramos secos.

Nunca tuvo seguridad en el brillo imaginario de aquella estrella. Más bien se dejó llevar hacia ella por ser lo único seguro que parecía iluminarla en aquel paraíso claroscuro. Y para su sorpresa, no tardó en alcanzarla.Pero al llegar, la magia y  el halo de su referencia hizo de la chica la más solitaria de aquel mundo..

Y  ya de por si era irónico ser una ilusa en el mundo de los sueños.

Y se apagó su luz.Pero allí siguió. Marcada por la extinta claridad de aquel trozo de carbón en sus manos y descubriendo con amargura que ante el embrujo de su brillantez, poco podían hacer luces artificiales o intentos nulos de cerrar los ojos.

Pasaron años. Décadas incluso y el corazón de la chica echó raíces en esa tierra inhóspita y casi sin vida. Su vida se redujo a esperar a que de cuando en cuando a esa estrella le diese por despertar y como viejas llamas en una lumbre ya extinta, emitir un breve chispeo para después, y cada vez con mayor brevedad, volver a morir.

Y eso bastaba para que la chica siguiese allí. Esperando a la nada. Enredada en el vacío de las horas sin sentido. Ilusionada en recuerdos que cada vez apreciaba más lejanos. Ilusionada en cada breve destello, marchitándose poco a poco y distinguiéndose cada vez menos del resto del abandonado paisaje.



Y entonces, afortunadamente, y para desgracia de la chica,amaneció. 


domingo, 20 de enero de 2013

let's see.

 Hoy es uno de esos días en los que me pesa el haberte conocido.Digamos que mi vida hubiese sido insustancialmente mucho menos difícil y considerablemente mucho más aburrida.

Me sorprende la manera ufana con la que entras y sales cada vez que te apetece de mi vida, pero me sorprende más la enfermiza obsesión que hace que yo te deje entrar en ella siempre y cuando tú decidas llamar a la puerta antes.

Y justo hoy me doy cuenta que tengo que ponerle fecha de caducidad a este ir y venir de ideas. Que el destino se está empeñando en demostrarme en más de mil maneras distintas que simplemente, ya pasó.
Que yo no me doy cuenta que no se puede capturar el universo con  una mano.

Y el resto del mundo parece no percatarse de que tampoco se puede apagar  una estrella por mucho aire que soplemos en su dirección.

sábado, 12 de enero de 2013

clavícula.

 Ella ahogó el adiós entre prisas y lo cambió por una sonrisa más pintada que sentida mientras tiraba de su maleta por las sombrías calles de aquel pequeño pueblo.Un abrazo nunca había sido suficiente para ambos, y ambos se quedaron con las ganas de recorrerse a besos una vez más, y por última vez hasta que el destino caprichoso los hiciese coincidir.

Lo dejó marchar sin apenas darse cuenta de que la  visión de aquel coche azul marino, se le clavaría en la memoria  hasta que la calma que había estado cosechando volviese a poner en vertical  su cabeza.

Tragó un suspiro que había estado guardando todo el fin de semana, y se dispuso a embotar sus ojos con las ofertas de aquellos grandes almacenes, cerca del punto donde se despidieron. Intento nulo, sin embargo, de entretener las constantes imágenes que aparecían como continuos fogonazos en la mente inquieta de la chica.

No había mucho más que decir y ambos apenas habían dicho nada en aquellos tres días de antiguos olores, sabores, visiones y sobre todo, sentimientos encontrados.

Él condujo apresurado, y no sintió la ausencia de ella desordenando su mundo hasta que abrió la puerta de su habitación, decorada ahora con el olor de la chica, y la sintió vacía de luz. Ruidosa con todos los pensamientos que en ella habían vertido en 3 días y llena de momentos únicos que se habían estado depositando en cada uno de los objetos que hasta la llegada de ella, habían estado inertes.

Descubrió la nota 10 minutos después, justo cuando se percató que llevaba todo ese tiempo mirando al vacío donde hasta hacía unas horas había estado colgado el abrigo de la chica.

Clavó sus ojos en cada una de las palabras que ella había escrito en aquel afortunado trozo de papel.

Llevaba 3 días con una sonrisa perenne en los labios, y una vez que la imaginaria voz de ella acabó de leer su propia nota, su gesto, como accionado por aquella falta de armonía, se tornó serio e inexpresivo.

Y así se quedaría en su mente hasta nuevo aviso, aunque apenas él se percatase de ello.



Because, the truth is, we both knew we are mean to be together. Our laughts were meant to share their tones, my hands got almost used again to pickleing you and your hair is nearly standed up again with every touch of my fingers around them.
We breathed each other breathing, eated, furiously, each others lips, and pushed each others hips  together like crazy. As if every second we shared was the last one, and so it was.
Everything around us was strange, unfair, mean and fleeting. And we acted like crazy falling in love once  again to end up saying goodbye the next morning again.
 But...to be fair.It's just not our time... yet.





April'13

Tengo tanto que escribir que las palabras se hacen un nudo en mis teclas antes de que las yemas de mis dedos se decidan a pulsarlas.

He estado perdida tanto tiempo, que a menudo me pregunto si verdaderamente tengo razones para seguirme buscando.Lo trivial del asunto es que tan sólo me siento en casa enredada en el perfume de tus sábanas, amparada por la sensación de que mi cuerpo encaja a la perfección en el hueco entre tus brazos y tu pecho y bajo la no tan atenta, mirada de esos ojos azules que Dios, o cualquier deidad, en un intento por captar el azul del mar, puso en tu cara.

Lo irónico de todo esto, es que mi año se ha pasado buscándole dobles sentidos a frases en una pantalla electrónica. Soñando cada noche con el deje grave de tu voz y sorprendiéndome, de cuando en cuando, con alguna de tus pocas muestras de... vamos a llamarlo cariño.

Me pregunto si mi nombre sigue escrito en tu ventana. Me gusta imaginarte exhalando tu último aliento cada noche sobre el frío cristal  y descubriendo con una de tus medias sonrisas, mi nombre en ellas, para después, hacerlo desaparecer de nuevo una vez que tu nariz deja de rozar allí donde mis dedos tocaron por última vez hace dos meses.

Dices que no sabes que es lo que te gusta de mi. Que mi rutina se basa un 40% en intentar molestarte, otro 40% en hacer la idiota y el 20%, o quizás menos, en dormir, pero callas lo que realmente quieres decir.

Lo que verdaderamente te molestan son los 2000 km que nos separan.Mi mayor idiotez llenarte la  cabeza de mi durante las 24 horas del día, y el tiempo que duermo... A ambos se nos ocurren mil y una maneras de invertirlo de una  manera más provechosa.

Y en los días en los que el sol no quiere aparecer por mi mente, pienso en cuantas otras habrán compartido tus labios. Me da por imaginar cuántas otras habrán apoyado su cabeza entre tu pecho y a cuántas otras le habrás presentado los bordes azules de tus sábanas.

Y cuando esos pensamientos pasan de mi mente a mi pecho, y la sensación de vacío inunda mis pulmones, me empeño en recordar que fue a mi a quién regalaste cada uno de tus lunares para luego forzar el recorrido invisible hasta los mios.A quién  enseñaste  cómo componer sonrisas no necesariamente de felicidad.Y  el frío de mis manos en mis mejillas me devuelve a la realidad de mi irrealidad.

Al fin y al cabo, tu vida sigue en la rutina en la  que la dejé cuando volví a España.Alargando los momentos de ebriedad mental e intentando en vano acompasar tus caderas a cualquier otro ritmo que no te recuerde al mío.


Y yo, mientras tanto, me duermo con una sonrisa en los labios, pensando que jamás me había gustado tanto el mes de Abril.