sábado, 14 de mayo de 2011

Mi pequeño invierno.

Una taza de café a medio beber en mi mesa. Papeles que he releido mil veces y que me hacen sentir que apenas he mirado. Crema de manos por doquier y la sensación de estar perdiendome en la vida poco a poco.

He dejado la ventana de mi cuarto abierta. A veces corre una brisa austera que me hace pensar en ti.Pero no siempre. De hecho, por eso la he dejado así.

El sol juega con los reflejos en el cristal. Parece querer retarme a que deje todo lo que tenga que hacer y le siga hasta el anochecer por lo menos. No lo hago porque sé que después me quedaré a oscuras, no porque no tenga ganas.


La vida puede ser un poco insolente si te da por esperarla.Y parece que soy la única que se ha parado a pensar que los pájaros estan dejando de cantar poco a poco frente a mi ventana. Los demás se empeñan en repetir el alegre piar de éstos, como si fuesen jilgueros.

A mi me parecen tan estúpidos...


Tengo mal humor últimamente.No por nada en concreto,supongo, solo por tenerlo.

Es como si quisiese chillarle al mundo que ya no me importa que siga girando. Qué me da igual que se pare en seco. Qué continuen pasando las estaciones, pues yo permaneceré en mi invierno.Como tantas otras noches de historias para no dormir.

Más vale malo conocido que bueno por conocer.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Antes de.

Suena de fondo música fina. Sutil.Delicia para mis oídos, aunque no esté dedicada a mi.

Un humo disipa lo que no esconde y lo hace claro, como si de nieve se tratase.

Llevo buscando mucho tiempo excusas, como si sirviesen de algo. Y ahora, poco a poco, a ratos, doy con ellas miles de veces.Como si siempre las hubiese encontrado.

¿Y tú? ¿Qué le pides tú a la conversación entre dos desconocidos?

Suele acabar en excusas, en pretextos, en canciones que nunca escucharon. Sólo por sentir la cercanía del que les lee, a dos palmos de sus manos.

Se oye de lejos dos voces. Serenas, pasajeras, misteriosas, acompasadas.


Sólo ellos reconocen sus palabras mientras los demás, tan sólo las adivinan.

¿Y tú? ¿Qué le pides tú a una noche de verano?

Lo efímero de los rayos del sol.La majestuosidad de los días interminables. El calor que apenas caliente los huesos, y el dormir después miles de años.

Y el despertar.

El despertar de los ojos. De las miradas. De los dedos entrelazados.

El sentir, simplemente, en mi piel el estío y los vellos enervados.