domingo, 21 de agosto de 2011

Un día en tu mundo.

Ya había olvidado el sabor de la musa. Su sutileza. El dolor que causa al venir y el alivio pasajero al irse.

Las ganas de cerrar los ojos e irme a un sitio lejano, donde el idioma lo invente yo a través de pensamientos y donde la nostalgia sea el sol que ilumine las calles de la perdición en las que pasear.

Ya había olvidado como era el extinguirse una ilusión pasajera pero nítida. El dejar volar los sentimientos para que no te cojan por sorpresa más adelante.Y cómo se sentía el vacío que deja, la añoranza de los granos de arena que escapan de tus manos al tú abrirlas.Y aprender a llorar hacia el cerebro y a pensar más que nada con los ojos para evitar que se noten las lágrimas.

Llevo todo el día con el sabor a adiós que dejan las batallas ganadas.Tiemblo ante la idea de verme perder la guerra.Y para colmo,desde ayer no hace más que llover a ratos, como si el cielo quisiera augurarme aquello que ya sé.

El licor amargo que endulzó mis labios. El calor de tus besos. Mis besos, al menos por ese día que me dejaste entrar en tu vida. En tu mente. En algunas de tus respiraciones y allí donde no alcanzaba atisbar mi imaginación.

Supongo que finales más felices no ha habido.Sonreiré a desgana tan sólo para que el público termine por olvidar la tragicomedia en la que se ha convertido mi vida.

Touché.

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