Se me acabaron cerrando los sueños mientras la vida pasaba sin pena ni alegría a través del minutero. Agujas que se habían estancado en momentos claves. Como nuestro primer beso, y el último. Y las ganas clavadas en la mirada. Y la mirada llena de vacío, y la mente, envolviendo recuerdos pasajeros borrados por un mar.
¿Y después qué?
Decepción en vena. Horas tiradas por un balcón al vacío. Sensación de pérdida en los labios, y con suerte alguna que otra lágrima pasajera que deje ver que se rompe el camino de espinas para marcar los peldaños del resto de nuestra vida.
¿Qué me pasa?
Feliz San Valentín.
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