jueves, 6 de febrero de 2014

Para mi princesa.

Se hacía de noche en la luz del Alba tan sólo cuando  la oscuridad de sus ojos decidía mirar más allá del horizonte de momentos que se le avecinaba, ahora que  tan ansiada fecha había llegado.
Y sin embargo, era tal la luz de su mirada que desde el mismo cielo, y tentada por la belleza de sus pestañas, una estrella, más parecida a un lucero, bajó a posarse en su ojo izquierdo. Intentando en vano copiar la energía y fuerza que irradias.

Mecen tus labios la más dulce de las voces. Esa misma que hace tormenta en oídos ajenos cada vez que te da por fruncir el ceño. Hacen estos labios, las veces de colchón color carmín, y las rosas tempranas de Mayo se sonrojan si te da, misteriosamente por sonreir.

Tienes de liviana y docil lo que tienes de rubia y pálida, y aún así hay quien por gracia divina logra sacarte una sonrisa de cuando en cuando y te amansa cual gatito con tan sólo su presencia. Vamos a llamarlo Pablo.

Siempre me ha gustado verte dormir, así como quien no lo hace a propósito, porque es solo entonces cuando el run run de tu cabeza parece parar, y dejas, no sé si queriendo o sin querer, entrever todo lo que esa cabecita guarda en forma de murmullos- o ronquidos- pocas veces entendibles pero la mayoría reconocibles.

Calzas ya 18 primaveras, señorita señoreada, y con el mundo bajo tus zapatos aún me pregunto si habrá tacones suficientes en toda europa para seguirte el ritmo. Y me da miedo pensar que estás tan lejos. Y que yo estoy tan cerca virtualmente.

Y me encanta el hecho de que aunque nos separen más de 1500 km, sabes que te basta un: "Nena..." Para tenerme ahí, a tu lado.



Te quiero, pequeña.


Felicidades, hermana.



1 comentario:

  1. Es imperdonable que no nos hayamos escrito en tanto tiempo. Te extraño mi loca, tú negro.

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