Yo, que estoy harta de vivir en irrealidades; de soñar las palabras que jamás saldrán de unos altavoces; de describir momentos mientras pulso las letras de mi ordenador.
Yo, no sé si vengo o voy de entre tus respuestas cortas y me quedé perdida hace ya tiempo en tus silencios por no estropear con palabras aquello que iluminaba el contraste de mi pantalla.
Yo, que miro mis pasos antes y después de darlos, identificando cualquier pisada que haya podido dar en vano, y así seguir el camino que piense mejor para mi.
No se puede tener todo lo que se quiere. De hecho, se quiere siempre lo que no se tiene. Y suele pasar que queremos lo que no se puede tener. Es el cuento de nunca acabar.
Voy a comprobar cuánto aguanto sin respirarte. Sin hablarte, sin dormirme con esa media sonrisa en los labios de saberte cerca, al menos de mi mente.
Y si dura lo suficiente como para que me olvides, y te lo olvide. Ambos habremos ganado.
Tú habrás ganado el tiempo que yo habré perdido. Y a mi, me habrás regalado el tiempo que pasé contigo.
Y si por el contrario me pierdo en la desesperanza de verte pasar entre palabras vacias y gestos de cordialidad. Habré olvidado como se gana totalmente para pasar a aprender a perder a medias.
O al menos, a fingir que se gana lo que en realidad, ya tenía perdido.
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