sábado, 12 de enero de 2013

clavícula.

 Ella ahogó el adiós entre prisas y lo cambió por una sonrisa más pintada que sentida mientras tiraba de su maleta por las sombrías calles de aquel pequeño pueblo.Un abrazo nunca había sido suficiente para ambos, y ambos se quedaron con las ganas de recorrerse a besos una vez más, y por última vez hasta que el destino caprichoso los hiciese coincidir.

Lo dejó marchar sin apenas darse cuenta de que la  visión de aquel coche azul marino, se le clavaría en la memoria  hasta que la calma que había estado cosechando volviese a poner en vertical  su cabeza.

Tragó un suspiro que había estado guardando todo el fin de semana, y se dispuso a embotar sus ojos con las ofertas de aquellos grandes almacenes, cerca del punto donde se despidieron. Intento nulo, sin embargo, de entretener las constantes imágenes que aparecían como continuos fogonazos en la mente inquieta de la chica.

No había mucho más que decir y ambos apenas habían dicho nada en aquellos tres días de antiguos olores, sabores, visiones y sobre todo, sentimientos encontrados.

Él condujo apresurado, y no sintió la ausencia de ella desordenando su mundo hasta que abrió la puerta de su habitación, decorada ahora con el olor de la chica, y la sintió vacía de luz. Ruidosa con todos los pensamientos que en ella habían vertido en 3 días y llena de momentos únicos que se habían estado depositando en cada uno de los objetos que hasta la llegada de ella, habían estado inertes.

Descubrió la nota 10 minutos después, justo cuando se percató que llevaba todo ese tiempo mirando al vacío donde hasta hacía unas horas había estado colgado el abrigo de la chica.

Clavó sus ojos en cada una de las palabras que ella había escrito en aquel afortunado trozo de papel.

Llevaba 3 días con una sonrisa perenne en los labios, y una vez que la imaginaria voz de ella acabó de leer su propia nota, su gesto, como accionado por aquella falta de armonía, se tornó serio e inexpresivo.

Y así se quedaría en su mente hasta nuevo aviso, aunque apenas él se percatase de ello.



Because, the truth is, we both knew we are mean to be together. Our laughts were meant to share their tones, my hands got almost used again to pickleing you and your hair is nearly standed up again with every touch of my fingers around them.
We breathed each other breathing, eated, furiously, each others lips, and pushed each others hips  together like crazy. As if every second we shared was the last one, and so it was.
Everything around us was strange, unfair, mean and fleeting. And we acted like crazy falling in love once  again to end up saying goodbye the next morning again.
 But...to be fair.It's just not our time... yet.





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