miércoles, 26 de junio de 2013

Preludio de un comienzo.

No sé si aferrarme a la necesidad de avanzar o quedarme estancada en todo aquello que me produce seguridad.

Irremediablemente me sitúo a mi misma, mentalmente, entre una bifurcación de mi vida.

La urgencia de avanzar a tientas, como si se me fuese la vida en ello. Dejando atrás todo lo que conozco para simplemente aventurarme a aquello de lo que apenas he tocado el borde, y que se me antoja, de hecho, como el mayor de los precipicios.

La sonrisa pintada de muchos de los que me rodean apenas tienen sentido en mi mente. Porque afortunadamente, nunca he necesitado que me enseñasen como componer esa muesca para esbozarla yo misma. Y con esto, quiero decir que, y sin antecedentes, Reconozco que la felicidad no siempre está en el camino que nos planteamos en la mente.

A veces la felicidad no es cuestión de decidir y dejar cosas atrás. Para mi, la felicidad en ocasiones es saber que a pesar de los pesares y de que siga teniendo pesadillas con ojos azules, se me abre ante los mios propios la inmensidad de mi futuro.

Y que haré de él todo o nada, tan sólo lo que yo quiera.

Y seré feliz, en cada uno de los sentidos que me decida a serlo.

Con suerte o sin ella.

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