lunes, 15 de febrero de 2010

Fábula de la imbécil I


-¿Estás dispuesta a entregarme tu alma, sólo por un sueño?

-No es sólo un sueño, es el más dulce de todos, y no sólo estoy dispuesta, sino que adjunto mi corazón como pago.

Y ella cerró los ojos, confiada. Sintió el leve tintinéo de sus propios dientes, y su piel helada en contacto con el suelo, mientras caía.Y somrió mientras su mano casi inerte se posaba en la fría piedra, preparada para rozar el cielo con las manos.

Se mintió. Haciendose daño con cada una de las palabras que imaginaba en su mente, con cada sonrisa que esbozaba medio dormida, con cada suspiro que creía oír.Se mintió con sus besos,sus ojos, su aroma y su pelo.

Y no le importó demasiado. Creyó que el mentirse era un buen precio a cambio de todo lo que tenía: El aliento dulce sobre sus labios, la mirada clavada en la suya, el tacto de la yema de sus dedos sobre su mejilla, y la melodía de su propio corazón marcando el ritmo del vals secreto que sólo ambos bailaban.

Pobre idiota.

Se sintió afortunada por soñar con él y se le olvidó que después, simplemente, le tocaba despertar.

Moraleja:

No duermas.

1 comentario:

  1. No somos nada sin los sueños, sin las ilusiones y las fantasías imposibles.
    Porque sueño, no estoy loco.
    Porque amo, no estoy roto.
    En los sueños no hace falta entregar nada, solo debes dejarte llevar y despertar saboreando la miel o el desconsuelo de lo soñado, los sueños, sueños son.

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