miércoles, 23 de marzo de 2011

C'est moi la vie en rose.

Olor a azahar mientras se escuchan mis pasos entre el bullicio de los coches a mi alrededor.

No habia percatado en las pequeñas flores que emanan ya de los naranjos. Quizás ahora, que las luces de la bohemia se han apoderado de mis retinas, las han hecho suyas, pueda ver con claridad como se ha acercado la primavera mientras yo sigo en mi Otoño.

O eso es lo que suelen decir.

La soledad hace sentir conocidas a las miradas que voy cruzando con los extraños. Como si además del aire y el espacio físico que compartimos, tuviesemos una historia en común. Una historia que comienza y acaba con un pestañeo.

Todo sería menos gris sin el aderezzo adecuado. Por ahora me basta con ponerle banda sonora a mi vida a través de unos cascos. O al menos, a eso me he acostumbrado.

Se pone en verde el semáforo.

Tengo 30 segundos para compartir al menos 10 momentos con totales desconocidos, mientras me lleno los pulmones de la fragancia del azahar.

Luego, cambiará el ritmo de Prokofiev a Beethoven. Y mira por donde,Ironicamente, su novena sinfonía.

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